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Género

La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer son fundamentales para poner fin al hambre, la malnutrición y la pobreza. Las mujeres representan un 48% de la mano de obra agrícola de los países de ingresos bajos, son agentes decisivos de cambio y crean resiliencia. Como agricultoras, trabajadoras agrícolas, elaboradoras de alimentos, comerciantes, empresarias y líderes comunitarias, las mujeres desempeñan una función central en las economías rurales, la gestión de los recursos naturales y la producción de alimentos: contribuyen de manera significativa a la seguridad alimentaria, la nutrición y el bienestar de familias y comunidades.

Empoderar a las mujeres y conseguir la igualdad de género

Las mujeres se encuentran con más impedimentos que los hombres a la hora de acceder a recursos, servicios, instituciones, mercados, empleos decentes y otras oportunidades económicas. La "brecha de género" en la agricultura todavía es considerable, impide que las mujeres alcancen todo su potencial y debilita la producción agrícola y el desarrollo rural.

La FAO colabora con Estados miembros y asociados para elaborar e implantar leyes y políticas equitativas, así como programas transformadores en materia de género. Estas son algunas acciones prioritarias: ampliar el acceso de las mujeres a recursos productivos, así como el control de estas sobre dichos recursos; desarrollar cadenas de valor sensibles a las cuestiones de género; invertir en tecnologías que permitan ahorrar mano de obra; y afrontar cuestiones de género en la adaptación al cambio climático y el fomento de la resiliencia.
Mensajes principales

Cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y las desigualdades salariales en los sistemas agroalimentarios incrementaría el producto interior bruto en alrededor de un billón de USD y reduciría en 45 millones el número de personas expuestas a la inseguridad alimentaria.

Si la mitad de los pequeños productores se beneficiaran de intervenciones para el desarrollo centradas en el empoderamiento de la mujer, esto aumentaría significativamente los ingresos de otros 58 millones de personas y fortalecería la resiliencia de otros 235 millones.

Aumentar su empoderamiento es beneficioso para su bienestar, la producción agrícola, la seguridad alimentaria, las dietas y la nutrición de los niños.

Esto es fundamental para mejorar el diseño y la eficacia de la programación y las políticas en lo que respecta a la igualdad entre los géneros y al empoderamiento de la mujer.

Para que las leyes y las políticas sean inclusivas y tengan en cuenta las diferencias por razón del sexo, hay que afrontar las múltiples formas entrelazadas de desigualdades y de equilibrios de poder en los sistemas agroalimentarios.